Los Yrurtia y la Europa de fin de siglo
Los primeros objetos de artes decorativas, mobiliario y obras de arte, que se transformaron más tarde en las colecciones patrimoniales del museo, fueron aportados por Rogelio Yrurtia y su primera esposa, Geertruida Radersma, con la cual convivió durante 32 años. Yrurtia y Radersma se habían conocido y casado en París, ciudad en la que vivieron durante las primeras décadas del siglo XX. La pareja fue contemporánea y partícipe activa de los cambios culturales y tendencias que se
produjeron en Europa durante el paso del siglo XIX al XX, el “fin de siècle”, un período histórico que entre 1871 y 1914, se designó como “Belle Epoque”.
Durante ese período se produce la expansión del imperialismo europeo, sobre todo en África y Asia, traccionado por un capitalismo ya desarrollado que se globalizaba en forma dinámica. En esos años surge la atracción por coleccionar objetos provenientes de las colonias de la región de Asia, llamándolos genéricamente, sin distinción de países, como “chinoiseries”. También de las colonias en África comenzaron a llegar esculturas, máscaras y tapices. La seducción por lo “exótico”, en ese contexto referido a lo “no europeo”, se expresaba en el coleccionismo y en la gravitante influencia que ejercía en el campo de la producción artística, por citar algunos y conocidos ejemplos: los grabados japoneses en Van Gogh, la atracción por África en Rimbaud, Delacroix y Picasso (1), la Polinesia, para Gauguin.
Estos son solo algunos de los numerosos artistas fascinados por este arte que no respondía al canon occidental. Más allá de esta moda, recordemos que Radersma, de ancestros holandeses, nació y creció en la Isla de Java, Indonesia, en ese tiempo parte de los territorios coloniales de las denominadas Indias Orientales Neerlandesas (2), de modo que no es extraño notar que el universo objetual de la pareja se nutría en su mayoría de artes decorativas provenientes del denominado sudeste asiático junto a mobiliario holandés.
Rogelio Yrurtia en París con atuendo oriental frente a su obra “Las Pecadoras”
La casa como hogar y taller
Rogelio Yrurtia y Geertruida Radersma compraron la casa de Belgrano en 1920, la finca estaba asentada en un terreno de cerca de 1240 m2 y trasladaron a ella las pertenencias traídas de Europa. Yrurtia, con el acuerdo de Radersma ya tenía en mente desde el momento de la adquisición transformar la casa en una sala de exposiciones o galería, de libre acceso para los artistas y el público en general.
La modalidad casa-taller-galería no era ajena a la pareja ya que luego de casados habían habitado en un lugar con estas características en París (3).
Vivienda de los Yrurtia en la Rue Gutenberg 8, Paris
La idea de ambos era posteriormente donar la vivienda al Estado. Esta voluntad está enunciada en una carta dirigida al Intendente de la Capital, José Luis Cantilo el 1ro de Junio de 1921 (4). En ella, Yrurtia, con motivo de la reforma de la casa en un estilo neocolonial, solicita a Cantilo evitar crear una ochava en la esquina de Blanco Encalada y O`Higgins, le pide una excepción a la ordenanza ya que la estaba reformando según un “estricto criterio estético” y “un altruista propósito ulterior”. También en la misiva detalla la disposición de las habitaciones, reservando “dependencias para mi habitación familiar” y aclara que casi toda su planta se utilizará para “…reunir, y exponer convenientemente los trabajos de escultura que incorporo al acerbo(sic) artístico nacional…”. Con las obras y una disposición conveniente Yrurtia planeaba generar una galería para mostrar, según el mismo decía, el “desarrollo progresivo de mi obra”.
Aunque Yrurtia en la carta nunca explicita la palabra “museo” si no que habla de “galería”, la intención de donar la vivienda junto a su obra y la referencia, como ejemplo, al inmueble donado por el estado francés a Auguste Rodin para instalar su museo, nos da la certeza que Yrurtia también pensaba en ese tipo de institución.
Existía entonces en la vivienda desde los inicios una tensión entre el acceso público y el ámbito de lo privado, entre la intimidad familiar y la apertura al mundo exterior, esta tensión determinó la disposición y relación de los objetos en el habitar cotidiano.
Vistas de la casa, Ca. 1923
Los inicios del patrimonio
A la muerte de Geertruida Radersma en 1935, Rogelio Yrurtia realiza la sucesión de los bienes que poseía en común con su esposa.
A partir de esa sucesión, que consta en un documento redactado por un escribano público (5) podemos indagar y deducir cuales fueron las piezas que dieron origen a una gran parte del patrimonio del museo.
El documento detalla los bienes y los separa según los diferentes espacios utilizados para ocupar la casa, algunos de los cuales figuran desde ese momento con el nombre de salas. Se enumeran así: las Salas I a la VII y Sala de arriba, Taller, Dormitorio, Boudoir y Jardín.
En las Salas I a la VII se distribuían mobiliario y obras de arte, en el resto de los espacios solo mobiliario, en el Jardín ya se encontraba instalada la escultura Combate de Box (la obra fue emplazada después de 1923 ya que no aparece en las fotografías del jardín de ese año.)
Se destaca en la fotografía de la Sala I o Hall de entrada, la realización de la idea de “galería”. En este espacio se encuentran distribuidos estudios en yeso para “Canto al Trabajo”.
Vistas de las salas del museo.
En la descripción de los bienes se pueden observar la localización de los objetos y textiles distribuidos en las diferentes habitaciones y la diversidad de sus lugares de procedencia, donde a los tapices balcánicos, telas en batik javanesas, bordados chinos, alfombras esmirna y chales de la India se suman gobelinos franceses, tapices mexicanos y muebles españoles.
Es importante destacar que la biblioteca, con libros de filosofía, literatura y arte en varios idiomas, se hallaba situada en la Sala Taller, lo que denota la intención formativa de Yrurtia hacia las nuevas generaciones, construyendo de este modo en la vivienda una suerte de sala de exposiciones, taller y escuela.
Observando este conjunto patrimonial vemos que están presentes ya la mayoría de los objetos que van a constituir el museo. Este patrimonio no fue estático ni definitivo, se fue ampliando desde lo que consta en ese primer documento sucesorio de 1935 -que fue en la práctica una tasación y un inventario-, para luego incrementarse durante la vida de Yrurtia con los aportes de su segunda esposa Lía Correa Morales.
La ampliación patrimonial continuó luego del fallecimiento del escultor en 1950 ya que Correa Morales, como directora del museo se ocupó de fundir copias en bronce de varias obras que permanecían en yeso, ampliando asi el patrimonio escultórico de la casa.
Lic. Marcelo de la Fuente
Museo Casa de Yrurtia.
